miércoles, 26 de octubre de 2011

Un banquete ilicitano

Cuando Hermes e Iris viajan al sur siempre hay alguien de la gens classica dispuesto a acogerlos divinamente. Este ha sido el caso recientemente, donde nuestro querido anfitrión ilicitano nos preparó un banquete en el que sólo faltaban las anaranjadas zanahorias. Si agradables fueron los manjares, más amena fue la charla, aunque algún joven que ignora las reglas de juego más antiguas se acercara peligrosamente a la ὓβρις, pensando que ya está a la altura de la leyenda de Alejandro Magno. Suerte que ni yo ni mi padre nos lo tomamos muy en serio, pues es de los que ha aprendido latín en cinco minutos y en realidad todavía está silabeando y silabeando, balbuceando sus primeras palabras en griego. A su favor sin embargo encontramos su buena disposición, su sincera dedicación a la enseñanza siguiendo el decálogo del buen docente y su arrojo en empuñar el arma romana más perfecta, la palabra hablada…
Y un banquete que se precie ha de estar regado con un buen vino pompeyano ligeramente frizzante que incite el vuelo de las aladas palabras y que anime las danzas de las susurrantes Nereidas. Unas aladas palabras “de utilitate Graecae linguae” aromatizadas con alguna cursiva sobre tegula, que tan bien sazonan una franca conversación que no oculta sus letras como el palimpsesto de Arquímedes.
Seguían su curso las estrellas en la noche mientras la velada tomaba el camino de las pinturas pompeyanas de Asturica Augusta y del despiste de Zeus que ha permitido navegar en canoa por el Circo Máximo.
Ahora las palabras se entretejían con los hilos de esa red mágica que ha permitido unir a la gens classica, que nos permitía desde muy lejos realizar las actividades de la Domus Baebia desde cualquier rincón del Imperio…. Sin ninguna vergüenza reconocíamos ser más freak que un coordinador TIC y toda su corte de coros. Reconocíamos sobre una pantalla las belicosas palabras de las Helénicas de Jenofonte
Pero llega un momento en que todo banquete se convierte en συμπόσιον y afloran los proyectos futuros, como el VII Forum Auriga en Andorra o una próxima visita al céntrico santuario de Delfos, mientras nuestro pensamiento vaga por el Ελληνικός κόσμος… Lástima que las Termas de Mura nos quedaran tan lejos, pues la de rosáceos dedos nos habría descubierto todavía con las palabras en la boca!
Como despedida no hubimos de sacrificar un caballo para jurar que nos veríamos pronto en la IX Jornada de Cultura Clàssica de Sagunt.
Al próximo banquete ¡Invita Hermes!

   

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