Miércoles subjuntivo

Si no fuera Hermes y pudiera descansar unos días, sin duda Éfeso sería un buen lugar para ello y para crear y compartir mi propia audioguía, atiborrándome a pistacia vera y caminando hacia el griego antiguo por el moderno, en la grata compañía de nuevo de Ch. Rico. Si así fuera, habría un tiempo para consultar este nuevo diccionario grec-català y dejar escapar una carcajada ante extraños inventos etimológicos, que intentan asemejarse, sin ser conscientes de ello, a los mejores chistes griegos de gasolinera… Y al anochecer, guiado por las 21 estrellas ya cerca del ágora, me hubiera detenido ante los instructivos gestos de “Λυδια λεγει...” sosteniendo entre mis manos los últimos crucigramas griegos autoevaluables. Y para que la lejanía no fuera un problema, hubiera contado con Moodle y Blog, dos buenos aliados TIC, que con más celeridad que los rayos de Zeus me habrían informado sobre los desmanes almerienses contra los clásicos…
Si no fuera quien soy, uno más de la gens classica, me asombraría que siguiesen pensando aquello de “están locos estos romanos” y pusieran en duda su legado. Pues entonces no sería tan evidente que un toque latino aguardase en cada esquina… en cada inscripción y calle de Tarraco. Y tras alguna de ellas hubiera hallado la huella de los colonos romanos que muy hospitalariamente habrían llevado la Romanorum vita a las aulas.  Unas aulas por las que caminara orgulloso el propósito de la educación, sabiendo que, por cualquiera de las tres vías que anduviera, las cosas se podrían hacer de otra manera, sin que hubieran de pasar años, anos o anillos… Unas aulas que sonaran a latín, que se estremecieran con los hexámetros de la Odisea o bulleran de colloquia scholastica como hace siglos… Unas aulas, en fin, de las que nacen las estrellas de nuestro cielo….