Un rato de charla en el Olimpo...
Poco ha charlaba con Iris sobre la extraña tranquilidad que se respiraba en estos días en el Olimpo. Ambos teníamos la sensación de que esta calma sólo era el anuncio de un cúmulo de acontecimientos que están esperando la llegada de Flora, ahora entretenida jugando con sus ornamenta Romana, para estallar cual miríada de flores primaverales. Contábamos con la siniestra los días que faltaban para el colosal estallido, ahítos de los manjares con los que nuestro hermano Marte nos había obsequiado en las cenae saliares.
Un rato de charla en el Olimpo da para mucho… y así Iris me anunciaba la revolución de la 3ªdeclinación, que, cansada de la procrastinación imperante, había decidido unirse al vuelo de Perséfone. Atraída por el relajado ambiente, acercóse Atenea Parthénos, que al cabo del rato nos contaba divertida la fiesta que habían organizado las Cariátides en una despejada noche de invierno, mientras las cinco metopas del Partenón les hacían los coros. Poco a poco al dulce calor de las noticias iban sumándose mortales e inmortales. Apolo Egetes nos anunció la esperada Olimpiada de las Vegas, que en Ilice tendría lugar. Argos, mirando de soslayo a Heródoto, dijo con voz queda: “Cuéntame una historia, sabio historiador, pues vengo de jugar en Leptis Magna y de escuchar extraños relatos sin sentido.” Al punto Heródoto contó un sinfín de historias, para acabar afirmando que no le extrañaría que en un futuro no muy lejano los Escitas levantaran sus tiendas en la luminosa Lucentum… Augusto surgió de un rincón para ensalzar su recuperado templo y para enorgullecerse de los actos de Tarraco Viva, que mostrarán hasta los más curiosos detalles de la “Romanorum vita”. Del otro lado el rey Egeo mostraba en la palma de su mano cómo las discípulas de Iris se afanaban en aprender la helena lengua y cómo hasta en las neblinosas tierras del Norte también Benjamín habla griego y se esmera en el léxico ático. En ese momento se unió a la charla Sosígenes, que venía mostrando a César la alineación planetaria de los monumentos de Roma y cómo la escuela de Sición había llevado la geometría a los mosaicos figurativos… aunque César no le prestaba gran atención, pues su espíritu sólo se preocupaba de cómo habían de aprender latín en Germania. Tomaron la palabra Diógenes Laercio y Plutarco que expresaban sus pareceres en griego y latín indistintamente… Hipódamos sonreía ante la visión de Pompeya al otro lado del Océano… En estos momentos la pequeña reunión casi se había convertido en una asamblea de la gens classica que ahora debatía sobre el camino de la educación entre los senderos del fetiche y de la vocación. Una cohorte de magistri magistraeque se preguntaba si tendrían licencia para enseñar en los tiempos que se avecinaban, entre prueba y prueba del algodón…
Ya Helios guiaba su áureo carro bajo las corrientes de Océano y Nyx anunciaba su llegada, cuando tal como habían venido se fueron marchando unas y otros… Sólo Iris y yo permanecimos un rato más, en silencio, temerosos de las muchas tareas que se avecinaban en el mundo clásico…
Un rato de charla en el Olimpo da para mucho… y así Iris me anunciaba la revolución de la 3ªdeclinación, que, cansada de la procrastinación imperante, había decidido unirse al vuelo de Perséfone. Atraída por el relajado ambiente, acercóse Atenea Parthénos, que al cabo del rato nos contaba divertida la fiesta que habían organizado las Cariátides en una despejada noche de invierno, mientras las cinco metopas del Partenón les hacían los coros. Poco a poco al dulce calor de las noticias iban sumándose mortales e inmortales. Apolo Egetes nos anunció la esperada Olimpiada de las Vegas, que en Ilice tendría lugar. Argos, mirando de soslayo a Heródoto, dijo con voz queda: “Cuéntame una historia, sabio historiador, pues vengo de jugar en Leptis Magna y de escuchar extraños relatos sin sentido.” Al punto Heródoto contó un sinfín de historias, para acabar afirmando que no le extrañaría que en un futuro no muy lejano los Escitas levantaran sus tiendas en la luminosa Lucentum… Augusto surgió de un rincón para ensalzar su recuperado templo y para enorgullecerse de los actos de Tarraco Viva, que mostrarán hasta los más curiosos detalles de la “Romanorum vita”. Del otro lado el rey Egeo mostraba en la palma de su mano cómo las discípulas de Iris se afanaban en aprender la helena lengua y cómo hasta en las neblinosas tierras del Norte también Benjamín habla griego y se esmera en el léxico ático. En ese momento se unió a la charla Sosígenes, que venía mostrando a César la alineación planetaria de los monumentos de Roma y cómo la escuela de Sición había llevado la geometría a los mosaicos figurativos… aunque César no le prestaba gran atención, pues su espíritu sólo se preocupaba de cómo habían de aprender latín en Germania. Tomaron la palabra Diógenes Laercio y Plutarco que expresaban sus pareceres en griego y latín indistintamente… Hipódamos sonreía ante la visión de Pompeya al otro lado del Océano… En estos momentos la pequeña reunión casi se había convertido en una asamblea de la gens classica que ahora debatía sobre el camino de la educación entre los senderos del fetiche y de la vocación. Una cohorte de magistri magistraeque se preguntaba si tendrían licencia para enseñar en los tiempos que se avecinaban, entre prueba y prueba del algodón…
Ya Helios guiaba su áureo carro bajo las corrientes de Océano y Nyx anunciaba su llegada, cuando tal como habían venido se fueron marchando unas y otros… Sólo Iris y yo permanecimos un rato más, en silencio, temerosos de las muchas tareas que se avecinaban en el mundo clásico…
1 comentarios:
Las tierras lejanas de Ilice están felices de recibir el apoyo divino en tan importante día olímpico para sus ciudadanos
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