Rara gens classica
Hay que reconocer que la gens classica es rara, rara, rara…Rara porque estudiamos filología clásica por placer, a pesar de un sinfín de opiniones contrarias, a pesar de quedarnos sin Máster en Secundaria y en contra del mercado económico y financiero. Extraña, porque el conocimiento, importancia y valor del mundo clásico, del que cada uno presume en el grado que puede cual héroe invencible, es alabado ante el gran público, para clavarte el gladium con homicidas intenciones en cuanto te das la espalda.
¡Por Júpiter, qué osados somos! Si hasta somos capaces de lanzarnos a las innúmeras Guerras de las Galias y coquetear con Catalina. Insólita gens sí, pues nada nos detiene para organizar para los discentes las IV Olimpiadas en Elche. Extravagante, porque nos alegra que aparezcan nuevos fragmentos del friso del Partenón. Peculiar gens, porque --hay que ver algunas caras cuando lo contamos-- nos afanamos en hablar en latín siguiendo la prosodia latina, porque sentimos placer cuando nuestros discipuli leen en público la Eneida… Peregrina, porque opinamos sobre la pronunciación griega y nos llena de gozo ver a Leoncito y Osito hablando en κοινή, mientras Aurea y Laura nos enseñan las partes del σωμα. Exótica gens, porque sin ser botánica entendemos el simbolismo que desde la antigüedad tienen las plantas… Anómala, porque no rechazamos ni al Minotauro ni al hombre-elefante. Singular gens, porque aunque nos inviten a un γάμος griego, no asistimos como invitados, sino que nos ponemos el delantal de cuero y nosotros mismos cocinamos un banquete de boda. Atípica, porque para nosotros nada de lo humano nos es extraño y así, mientras recorremos un teatro romano, en un suspiro, unas nos convertimos en Asambleístas, otros testificamos en un proceso a Julio César.
¡Por los dioses, qué aberrantes somos! Si hasta somos capaces de gritar “Perii! Interii!! Occidi!!!” y llenar un teatro romano donde sólo se hablará latine.
¡Reconozcámoslo! Somos una gens rara, pues nos gusta consultar diccionarios monolingües al tiempo que tarareamos canciones actuales en latín! Excepcional gens, porque nos gustaría ver con nuestros propios ojos las siete maravillas de la Antigüedad, mientras mantenemos una breve charla con Prometheus e intentamos convencer a Narciso para que no mire su reflejo en la orilla, mostrándole cómo gira una eolipila…
¡Por los cien ojos de Argos, si hasta tenemos ánimo para recorrer cerca de 500.000 pasos y ofrecer los Talleres de Cultura Clásica a los participantes en la VII Jornadas.com!
¡Por Helios, qué excéntricos somos! Pues con un cuarto de sol en el cielo, aún nos detenemos y nos emocionarnos ante el epitafio de una mujer romana.
¡Por los cien brazos de los Hecatónquiros, qué sorprendentes somos! Si incluso somos capaces de aprender de los gladiadores de Lillus Maximus sin empuñar un arma.
En fin, raros somos! Si hasta nos sonroja que nos citen, cuando este mundo está lleno de Quimeras que pretenden guiarnos por el camino correcto!
Raro, raro, raro…
¡Por Júpiter, qué osados somos! Si hasta somos capaces de lanzarnos a las innúmeras Guerras de las Galias y coquetear con Catalina. Insólita gens sí, pues nada nos detiene para organizar para los discentes las IV Olimpiadas en Elche. Extravagante, porque nos alegra que aparezcan nuevos fragmentos del friso del Partenón. Peculiar gens, porque --hay que ver algunas caras cuando lo contamos-- nos afanamos en hablar en latín siguiendo la prosodia latina, porque sentimos placer cuando nuestros discipuli leen en público la Eneida… Peregrina, porque opinamos sobre la pronunciación griega y nos llena de gozo ver a Leoncito y Osito hablando en κοινή, mientras Aurea y Laura nos enseñan las partes del σωμα. Exótica gens, porque sin ser botánica entendemos el simbolismo que desde la antigüedad tienen las plantas… Anómala, porque no rechazamos ni al Minotauro ni al hombre-elefante. Singular gens, porque aunque nos inviten a un γάμος griego, no asistimos como invitados, sino que nos ponemos el delantal de cuero y nosotros mismos cocinamos un banquete de boda. Atípica, porque para nosotros nada de lo humano nos es extraño y así, mientras recorremos un teatro romano, en un suspiro, unas nos convertimos en Asambleístas, otros testificamos en un proceso a Julio César.
¡Por los dioses, qué aberrantes somos! Si hasta somos capaces de gritar “Perii! Interii!! Occidi!!!” y llenar un teatro romano donde sólo se hablará latine.
¡Reconozcámoslo! Somos una gens rara, pues nos gusta consultar diccionarios monolingües al tiempo que tarareamos canciones actuales en latín! Excepcional gens, porque nos gustaría ver con nuestros propios ojos las siete maravillas de la Antigüedad, mientras mantenemos una breve charla con Prometheus e intentamos convencer a Narciso para que no mire su reflejo en la orilla, mostrándole cómo gira una eolipila…
¡Por los cien ojos de Argos, si hasta tenemos ánimo para recorrer cerca de 500.000 pasos y ofrecer los Talleres de Cultura Clásica a los participantes en la VII Jornadas.com!
¡Por Helios, qué excéntricos somos! Pues con un cuarto de sol en el cielo, aún nos detenemos y nos emocionarnos ante el epitafio de una mujer romana.
¡Por los cien brazos de los Hecatónquiros, qué sorprendentes somos! Si incluso somos capaces de aprender de los gladiadores de Lillus Maximus sin empuñar un arma.
En fin, raros somos! Si hasta nos sonroja que nos citen, cuando este mundo está lleno de Quimeras que pretenden guiarnos por el camino correcto!
Raro, raro, raro…
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