In Mercurii caput

Algunos miércoles me siento como el padre Zeus cuando dio a luz  a la armada Atenea…y éste es uno de ellos, pues en mi cabeza luchan por salir innúmeras noticias y fabulosos post de estos inquietos mortales. Umm…, parece que ya han encontrado una salida y empiezan a abandonar mis meninges.

Mirad estos post sobre arqueología e historia que, como un tropel de aquileos mirmidones, irrumpen en el éter: una nueva necrópolis en Valentia, la búsqueda del Templo de Augusto en la Catedral de Tarraco, el nuevo Museo Arqueológico Regional de Cartagena, o la exposición del Museu Arqueològic de Catalunya sobre el deporte y la arqueología en el Mediterráneo.
Y ahora una cohorte de valientes Titivillus difunde la  utilidad de la lengua de mi alter ego Mercurio, con este "conscendite vehiculum temporis", estos "colloquia personarum", estos "vocabula: hotel" y aquellos utilísimos "mapas sintácticos" del emeritense Cabanillas. Detrás de ellos unas dionisíacas Bacantes nos muestran el "teatrum latine" para representar en clase, unas "Metamorfosis adaptadas", el divino arte de tañir la cítara…  o una nueva edición del maravilloso "Golfus de Roma".
Enfrascados en lanzar el "V repte", Edipo y la Esfinge se atropellan al salir de mi atribulada cabeza, sin dejar de felicitar a los osados mortales que han resuelto el "IV repte".
Como flechas del certero Eros salen disparados afrodisíacos post sobre los "colchleae" y una "erótica exposición londinense" y como lechuzas de Atenea vuelan en vuestra ayuda los "clientes para blogs" y estos "apuntes sobre blogs en blogger" o "cómo descargar los videos del Youtube". Pero siento como si Éride hubiera lanzado manzanas cibernéticas… "¿por qué y cómo utilizar las TIC?" y "¿Blog o wiki?".
¡Oh, Zeus! Siento a Jasón y sus argonautas partir de mi cabeza en busca del vellocino áureo de Valencia.
¿Quién cocina en este artefacto, Apicia divina? ¿Quién ha manchado mi petaso con tinta, mágico Titivillus?
Parece que tal  parto produce unos "efectos secundarios" dignos de Prometeo,  que me hacen amar todavía más a esta nueva generación clásica, que el año pasado visitó en más de cien mil ocasiones estos humildes sueños.  Gratias tibi, Ana, et omnibus vobis!

Por fin, ya sólo queda en mi hermética cabeza una cosa: "Feliciter, Caelina!"